El Hombre yace: habló la brisa

Habló la brisa:
Reúnanse las voces del alba,
Los sonidos escondidos,
La madreselva en mitad de la lluvia,
Los pasos del chivo en Los Andes,
Y los riachuelos blancos en Paine.

Reúnanse a mi llamado;
Pues es menester vuestra fuerza
Y vuestra sabiduría,
Vuestra sapiencia…
…Vuestra vida, el hombre
Yace.

No es cualquier hombre, es El Hombre
Aquél nombrado así:
Con mayúsculas,
La Humanidad –también llamada.
Yace, ahora
Tirada en la berma.

Reúnanse también
Las espinas gélidas de Atacama
En Invierno, o los calafates puntarenenses
En primavera, es El Hombre quien agoniza.
Así habló la brisa
Reuniendo a todos en su llamado.

Y prosiguió aún más
Por sus raras sendas
Costeras, llenas de sal,
Y sol
Y juego.


¡Agoniza El Hombre!
¡Acudid a mi llamado!
Debemos despertarle
Del letargo en el que yace
Darle razones
Para que de pie se ponga.


Fatiga sus cansados músculos sintieron.
Terneros y vinos no han bastado
Para despertarle de este sueño…
Somnolencia
Éter
O como queráis llamarle.

No han bastado, pues el cansancio
No deviene
De sus husos ni fibras musculares
Las conversaciones le agotaron
Aunque su lengua estuvo muda.


¡Venid!
Que no muera
EL HOMBRE

EL
HOMBRE
Que
No
Muera.

Su vida, en sí,
¡Qué terrible sino!
Quién más que él para vivirla?
Quién cómo él para llevarla?

¡Venid a prisa!,
Terneros y vinos no han bastado
Para despertarle de este sueño.
De éste: ensueño.



Palabras, palabras y el poder de la
Palabra.
Pal-abra… ¡agotador!.


Verba.
Qué terrible castigo:
Logos.
Qué cruel dicha:
Verbum Homini.

Su lengua está enmudecida,
Y sus carnes gastadas.
Qué le ha pasado, entonces?
Qué terrible enfermedad le ha dejado postrado?
Verbum…. ¡¡¡Verbum Homini!!!
-el peor de los viruses.
-la lacra más horrenda.



Padece El Hombre
¡Reanimadle!,
Resucitadle,
Re-sedle.

Sucumbe ante
Sus planes
Sus proyectos
Sus lineamientos
Sus dichos.

Cae en virtud de
Sus valores
Sus promesas
Sus paradigmas
Sus ciencias.


¡Qué terrible!
Reanimémosle.
Es un lastimero escenario.

Venid, pasos del ciempiés,
Hacedle cosquillas en las plantas
De los pies
A ver
Si despierta
Contento.

¡Qué terrible proscenio!
Reanimésmole!
-así hablaba la brisa.

Venid, llantos cercanos,
Veamos
Si vuestro lamento
Logra conmoverlo
Y moverlo.

No es cualquier hombre, es El Hombre
Aquél nombrado así
Comillas incluidas,
La Humanidad –también llamada.
Yace, ahora
Tirada en la berma.

Despierta, “Hombre”
Despierta…
…que el musgo frío aún te mima
…los espinos verdioscuros aún te huelen
…las piedras aún te cantan…

… en tu sueño.

En
Tu sueño.
En tu ensueño.


¡Qué terrible!
Reanimémosle.
Es un cuadro patético:
¿No véis que es “El Hombre”?

¿No véis que su logos es su
Logro más preciado, precioso
Tesoro heredado por cientos
De años y décadas a los suyos?

¿Por qué, entonces, no despierta?
¿Por qué, entonces, no despiertas?
-así enloquecía la brisa, y aún más.

¿No quieres despertar de tu agonía,
Oh, Hombre?
Hombre!... cómo no vas a despertar?

No ves que la luna aún se ensancha?
No ves que las platas aún ríen cuesta abajo?
No ves que estamos aquí despertándote,
Aquí… en la berma… a ti?

Así proseguía la brisa
Con sus esfuerzos sin frutos
Y sus preguntas sin respuestas
Y Aquél,
Sólo
Yacía…

... a lo mejor y sólo descansa
De su “ser” “Hombre”.